EXTINCIÓN DEL PUEBLO KAWÉSQAR Y LA LEY INDÍGENA CHILENA: DE LA INCLUSIÓN A LA EXCLUSIÓN.

Extinción del Pueblo Kawésqar y la
Ley Indígena chilena: de la inclusión a la exclusión
4 de Octubre de 2007

Por JUAN CARLOS TONKO P.

El Pueblo Kawésqar pertenece a la porción más extrema del sur del continente Americano. Han sido por legítimo derecho, dueños de los canales y mares australes por más de seis mil años.

Conocidos como los “Nómades del Mar”, los Kawésqar antes de la invasión europea ocupaban una gran extensión territorial en los canales australes, que incluía cientos de islas, bahías, fiordos, zonas montañosas y un sinnúmero adicional de tierras que les permitía a los miembros del Pueblo Kawésqar preservar los aspectos más importantes de la cultura, como por ejemplo; las actividades de la caza y la recolección, el establecimiento de poblaciones estaciónales para el desarrollo de diversas actividades sociales como eran las complejas ceremonias y rituales que estaban destinados a traspasarse a las generaciones más jóvenes con el objeto de fortalecer los pilares de la cultura kawésqar y permitir su vigencia en tan extremos y rigurosos parajes.

A partir del siglo XVI se inicia la exploración de los territorios del extremo sur de América. La llegada de cientos de europeos, trajo consigo enfermedades y tratos vejatorios que causaron un alto número de muertes entre los miembros (en especial dentro de los más jóvenes y las mujeres) del pueblo kawésqar. La actitud pacífica del indígena combinado con la hostilidad de los europeos se tradujo en una verdadera condena de muerte para los kawésqar, quienes desprovistos de las mismas herramientas tecnológicas, no lograron resistir para recuperar la autonomía que poseían antes de la llegada de los invasores.

Los siguientes siglos, la situación para esta cultura se vio cada vez más afectada por varias oleadas de europeos que llegan a colonizar el territorio austral. Al organizarse el Estado chileno durante el siglo XIX, se entregan cuantiosos territorios a los nuevos colonizadores. Los indígenas, como era de esperar se convierten en el primer escollo en las pretensiones económicas que el Estado chileno promovía. El resultado más inmediato se tradujo en expulsiones y migraciones forzadas hacia las misiones religiosas y hacia los servicios de orden policial y militar con el objeto de transformar a los indígenas en objeto de trabajo para las poblaciones colonizadoras.

Junto con esta situación, también en esta época se crean políticas de asimilación promovidas por el Estado chileno que tuvieron por objeto eliminar cualquier rastro de la cultura indígena para evitar que se transformaran en eventuales barreras para los proyectos de desarrollo local. El etnocidio es sin lugar a dudas uno de los resultados más inmediatos a estas acciones dirigidas directamente por el Estado y por particulares. Pero también, los actos de genocidio cometidos en contra de este pueblo es también tristemente otra parte del capitulo en la historia de los kawésqar.

En este sentido, las muertes por acción directa y planificada, jamás han sido reconocidas por el Estado ya sea por alto costo que significa asumir la reparación en las generaciones presentes y futuras, o simplemente por el crónico desinterés manifestado hacia este pueblo, por ser considerado de “borde” y de escasa representación numérica frente a otros pueblos indígenas de Chile, como los mapuche.

El siglo XX fue simplemente y a modo de resumen el desarrollo de las mismas prácticas genocidas y etnocidas que fueron hechas con anterioridad, pero desde ahora, todas ellas se hicieron bajo el accionar de las fuerzas militares las cuales estaban apoyadas directamente por los diferentes regímenes de Estado que gobernaron Chile. En síntesis, varias generaciones jóvenes fueron forzadas a migrar hacia el servicio militar, otras a emplearse como trabajadores temporales en diversas ciudades de Chile bajo condiciones de seudo esclavitud, mientras que un grupo no menor de indígenas huérfanos (en su mayoría niños), debieron someterse a planes de adopción forzada en familias chilenas y extranjeras y otros tantos, hasta nuestros días no se tiene ningún registro sobre sus destinos finales.

Es así que en muchos escritos se refiere en forma explicita a estos actos que bajo la representatividad del estado hacían las autoridades para ir directamente a reprimir a los kawésqar que haciendo uso de sus costumbres tradicionales tomaban lo que en la naturaleza existía, y señala el antropólogo Joseph Emperaire lo siguiente:

“La política de los gobernadores –Oscar Viel, Señoret, y, posteriormente Guerrero Bascuñan – con los kawésqar se caracterizó por un excesivo rigor y una evidente desproporción entre la ofensa inferida y el castigo infligido en respuesta. Durante la gobernación de Manuel Señoret sucedió un hecho similar a los relatados precedentemente, por lo que dicha autoridad dispone la captura vivo o muerto del cacique Kacho. En julio de 1887, el gobernador Guerrero Bascuñan, dispone la aplicación de sanciones a un grupo de Kawésqar que transitaba en las cercanías de Puerto Consuelo en el interior de fiordo de Ultima Esperanza. El 19 del mismo mes y año , el colono Herman Eberhard interpuso una denuncia, señalando que los Kawésqar habían estado matando y robando ganado de su estancia, lo que había motivado, en la última ocasión, un enfrentamiento armado entre sus empleados y aquellos. En respuesta a esta denuncia, el gobernador dispuso el viaje de un buque de la Armada hasta Ultima Esperanza, con el fin de ubicar y capturar a los Kawésqar para su posterior reclusión en la Misión Salesiana de isla Dawson, lo que efectivamente se llevó a cabo.

Durante los primeros cinco años de funcionamiento de la misión salesiana de Isla Dawson, los kawésqar fueron los únicos residentes. En 1895, el número de Kawésqar recluidos en la misión llegaba a 65 individuos, 27 hombres y 38 mujeres, quienes corrieron la misma suerte que los Selk`nam, se fueron exterminando producto del desarraigo, la inactividad y las enfermedades contraídas en la reclusión.” (Emperaire 2002)

Con estos acontecimientos (contados muy resumidamente), comienza la triste historia de un exterminio que hoy no cuenta con más de veinte representantes de ascendencia directa todos hablantes de la lengua. Los escasos descendientes se distribuyen en distintas ciudades de Chile, principalmente en la región austral de Chile. Las estadísticas hablan de cifras muchísimo mayores de personas que se identifican como “representantes”. Pero tenemos sospechas fundadas que luego de la entrega de ciertos beneficios materiales por parte del Estado, muchos de ellos están más bien cercanos a sus propios intereses personales que hacia los de la comunidad.

Por otra parte, al término de la dictadura de Pinochet, los siguientes Gobiernos de la Concertación asumen la “deuda histórica” con los pueblos indígenas en Chile. Los conflictos con el pueblo mapuche, obliga en cierto modo a dar urgencia a la promulgación a la Ley Indígena 19.253, la cual no trata sobre los derechos indígenas, sino más bien sobre el Desarrollo de las Etnias Indígenas, en donde queda claramente reflejado en las compras de tierras Indígenas para Comunidades e individuos indígenas.

Desde nuestra perspectiva y hablando desde nuestra experiencia, consideramos que esta ley, responde más bien a la realidad y a las necesidades del Pueblo Mapuche que no necesariamente representa la situación de los demás pueblos indígenas de Chile. En este punto, consideramos que las generalizaciones sobran en extremo lo cual no sólo afecta la compresión hacia otros pueblos, sino también, cierra la discusión en un solo pueblo indígena lo que sin dudas imposibilita una apertura más necesaria en estos temas.

Nuestra primera critica a esta Ley, podemos apreciarla en como se maneja el concepto TIERRA relacionada directamente con la agricultura, el cual pareciera estar fundado exclusivamente desde una perspectiva que sólo le da relevancia al carácter terrestre y se excluye con ello la posibilidad de una Territorialidad Marítima que en nuestro caso tendría más sentido y justicia en términos de Reconocimiento hacia nuestra identidad cultural. Al mismo tiempo, con conceptos tan generalizados no hacemos más que negar la especificidad OBVIA que existe entre diferentes pueblos que han experimentados distintos procesos culturales, históricos y sociales.

En la actualidad la Comunidad Kawésqar de Puerto Edén se le ha entregado un total de 314 hectáreas de terreno. Cuyo Territorio demandado por esta comunidad es desde el Golfo de Penas hasta el Canal Trinidad inclusive la Isla Madre de Dios. Los terrenos de La Comunidad Kawésqar de Puerto Edén, está dentro del Parque Nacional Bernardo O´Higgins, el cual esta regido por las Áreas Silvestres Protegidas, la prohibición de caza de especies vulnerable, explotación de recursos naturales y la legislación aplicable a la pesca y acuicultura. En relación a la Navegación y su libre desplazamiento, a la Política del uso del Borde Costero y a la Armada de Chile. Según estas normativas los Kawésqar de Puerto Edén están prohibidos de realizar sus prácticas ancestrales quedando al margen del uso del borde costero y al libre desplazamiento por los canales de la patagonia.

Si bien la Ley Indígena abre un camino hacia un espacio desde donde es necesario dar urgentes respuestas a las demandas de los pueblos indígenas. Vemos con pesar que de las buenas intenciones que parece mostrar la Ley, sin embargo ésta no hace más que dar prioridad a los conflictos que tienen empresarios de gran peso en el país con los comuneros mapuche en conflicto en la VIII, IX, X Región de Chile. Si bien hemos sensibilizado con esta causa en muchas ocasiones con nuestros hermanos indígenas, nos provoca mucha tristeza ver que gran parte de sus dirigentes están centrados en dar solución a sus conflictos de TIERRA y de ocupar todas las plazas de representación dirigencial a nivel de Gobierno como a nivel de “Representación” de los pueblos indígenas de Chile a nivel internacional lo que hace concentrar un movimiento en un pequeño grupo de poder, que en definitiva impide un grado de participación más democrática que realmente represente los intereses de los pueblos indígenas a nivel nacional.

En este sentido, la delicada situación de los kawésqar, se hace aún más frágil, si continuamos perpetuando “actitudes” centralistas que no hacen más que excluir no sólo a los grupos indígenas del extremo sur de Chile, sino también a todos aquellos que no están en la Araucanía o no estén trabajando cercanos a las instituciones del Gobierno, lo cual se refleja en la casi nula presencia de nuestra cultura en los proyectos llevados a cabo por prestigiosos centros de investigación indígena, de organizaciones por los derechos humanos, de congresos, foros y debates. Simplemente estas instancias y espacios no hacen más que poner la misma mirada en los mismos grupos, en los mismos temas y adjudicándose los mismos proyectos y llenando de pergaminos las murallas de sus promotores.

Por otra parte, tenemos la impresión que la insistente actitud de absorber las actividades dirigenciales hacia los intereses de la Corporación de Desarrollo Indígena, hace aún más difícil terminar con el eterno paternalismo que el Estado ha impuesto para mantener a este pueblo bajo su control y que en el fondo nos impide y nos entrampa para avanzar en nuestros propios proyectos de desarrollo. Al no existir una diferenciación especial hacia nuestras necesidades y políticas de prioridad hacia nuestra cultura, estamos obligados a postular bajo las mismas condiciones que otros pueblos indígenas, que están más conectados con las ciudades y que cuentan con los servicios de conectividad que requieren las burocracias de este país.

Si bien el Pueblo Kawésqar ha recibido la aprobación de algunos proyectos de desarrollo por parte del Gobierno Regional de Magallanes y por la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena, creemos que los tiempos y plazos otorgados NO están a tono con la URGENCIA de un pueblo en vías de extinción. Los tiempos de espera, los esfuerzos por parte de los dirigentes para trabajar con mínimas condiciones en proyectos que a veces requieren de un alto conocimiento técnico, retrasan en este sentido muchos planes o programas que podrían ser la esperanza para evitar la perdida total de nuestra cultura.

Por otra parte, nos duele que el mayor interés hacia nuestro pueblo se genere por intereses paralelos a nuestra cultura, como son los atractivos turísticos que se encuentran cercanos a la comunidad, que reportarían millones de dólares al fisco por conceptos de explotación turística (hablamos de los canales australes y los glaciares patagónicos). Proyectos por cierto que contemplan nuestra mínima participación, más bien, ella se circunscribe dentro un verdadero “paquete” turístico, donde nosotros, formamos parte de un fuerte atractivo que puede ser rentable y vendible para ciertos grupos de empresarios y operadores turísticos, turistas y curiosos.

Hoy en día el pueblo kawésqar exige al Estado Chileno un compromiso que se traduzca en acciones que van desde el acceso más democrático a la toma de decisiones en materia de políticas de Pueblos Indígenas, hablamos de crear políticas de urgencia para tener el control de nuestro territorio ancestral, con todos sus recursos naturales del suelo, subsuelo, al uso sin restricciones del borde costero, poseer el derecho a nuestras practicas ancestrales del uso y consumo de aves y animales que habitan nuestro entorno ecológico, políticas reales en torno a la educación desde la perspectiva indígena con toda la carga cultural que ella posee, crear políticas de desarrollo con identidad cultural, propia de la cultura kawésqar, crear políticas de reconocimiento de pueblos indígenas, con sus diferencias culturales y crear políticas de salvataje como prioridad máxima, para que nuestra cultura no desaparezca. Con cada anciano que muere, con el se va una gran parte de nuestra cultura, de nuestro conocimiento ancestral y la forma de ver el mundo, cuando el estado y las instituciones se pongan de acuerdo en implementar una política hacia nuestro pueblo, para nosotros ya va ser demasiado tarde, los que aun quedan en nuestro territorio, ya no estarán y solo escucharemos lamentaciones y discursos que al fin y al cabo de nada van a servir.

JETARKTE, PUERTO EDÉN, 2007.

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